Sé que llego algo tarde con esta receta porque el puente de los Santos está a punto de terminar, pero el lanzamiento del blog me ha quitado casi todo mi tiempo estos últimos días.
Hoy está haciendo un día verdaderamente típico de puente de Noviembre, gris, con lluvia y frío, así que, con la intención de no salir de casa, y pasar la tarde debajo de la manta, he decidido hacer unos buñuelos de viento por aquello de tener algo consistente que llevarse a la boca si fuera necesario hibernar en algún momento dado.
¿Qué necesitamos? (En principio es para 4 personas, aunque da para una buena bandeja de buñuelos)
– 4 huevos
– 125 gr de agua
– 125 gr de leche
– Azúcar glass
– 150 gr de harina floja
– 75 gr de mantequilla
– Aceite de oliva
– 1 cucharadita de azúcar avainillado
– Sal
Manos a la obra!
Hervimos el agua con la leche, el azúcar avainillado, una pizca de sal y la mantequilla hasta que se funda todo bien.
Añadimos de golpe la harina y removemos constantemente sin retirar del fuego hasta que la masa deje de pegarse a las paredes de la cacerola y dejamos templar.
Incorporamos los huevos de uno en uno, mezclando lentamente y con más energía a partir del tercero. Veremos que podemos dejar de añadir huevos cuando al coger un poco de masa con la punta de la espátula, se forme un pico más bien consistente (yo solo he puesto 3, y no se si será por eso que en vez de bolas perfectas me han salido una especie de churros, pero da lo mismo porque han salido igual de ricos!).
Calentamos el aceite de oliva en una sartén y freímos la masa en porciones del tamaño de una cucharada sopera (o un poco menos si queremos los buñuelos algo más pequeños) hasta que queden bien dorados.
Escurrimos los buñuelos en papel de cocina, los espolvoreamos con azúcar glass y servimos.
Nota: Otra opción es rociarlo con miel en vez de ponerle azúcar glass por encima. Eso ya es a gusto del consumidor.